ir el tiempo, no es exclusiva del referido pueblo andino, pues según han revelado los antropólogos ese es un concepto mas o menos común entre casi todos los nativos sudamericanos, desde el Caribe a la Patagonia. Y si bien es verdad que es allí en la cultura aymará en donde se desglosa de forma mas evidente y comprensible este concepto, en verdad y según afirma el Lic. Fernando Miraballles, mi amigo y confidente desde los tiempos de la Facu de Humanidades de los ochenta, es en una rama de los Pemones, perteneciente a la tribu de los Arekunas, casta esta con quien Fernando convivió por mas de tres años en los serrados de Roraima Brasil, donde esta forma de concebir el tiempo se comprende con mayor claridad. Fernando quien dedicó gran parte de su vida (y sigue dedicándose) al estudio de las culturas mas o menos exóticos y olvidados, expuso en una conferencia en la ciudad de Sevilla, y su disertación fue repicada por publicaciones serias del mundo científico en Florencia , en Londres, en Buenos Aires, en Lima y alguna otra urbe cultural de relevancia que se me olvida citar; según Fernando afirma, la comprensión occidental que da pie al entendimiento de tan excéntrico concepto, se centra casi exclusivamente en la subjetividad de la referencia del tiempo, o sea según los Arekunas, una cosa es el pasado según lo he visto yo, y otra cosa es el pasado según me lo han contado, y también hay ahí una diferencia substancial en el tiempo valorado, pues el pasado por mi visto estaría atrás, pero el pasado según me lo han contado estaría adelante pues es cosa de poder constatar y verificar, y en tal estado pierde la necesaria subjetividad que el observador precisa para definir su autenticidad.
O sea si yo lo vi lo constato, si me contaron habrá que verlo, y si habrá que verlo pasa necesariamente al tiempo futuro.
Resumiendo , según su forma de ver al mundo el pasado por mi constado estaría adelante de mi pues lo he visto, lo he constatado y de él he aprendido y lo he valorado, pero en contrapartida el pasado que me han contado los demás, por mas confiable que resulte la fuente referida, es cosa a constatar, y mientras no se constate pasa a ser futuro.
Pero he aquí que los conceptos o se enredan o se aclaran, pues según su forma de ver al mundo y la existencia lo que aun no sucedió, sencillamente no existe y si no existe, y por tal no nos pertenece , así que ni el futuro, ni el pasado que nos han contado existe de forma real, y si no existe no interesa.
Seguramente hemos escuchado alguna vez aquello de que “no es posible cambiar el pasado, pero es posible cambiar el presente para mejorar el futuro…”.
Pues bien, ese pensamiento fue respondido, y rebatido enfáticamente por el poeta hindú Rabindranath Tagore, quien dijo que no hay nada mas fácil que modificar que el pasado, pues el pasado es siempre una versión subjetiva de acontecimientos aleatorios, que se narran según el interés del que lo postula.
Una gesta, una batalla, un héroe, hasta un artista puede ser perfectamente manipulado y acondicionado según el interés de un individuo o un grupo de individuos, y ejemplos hay a patadas….
Si nos rigiéramos por los parámetros culturales del pueblo Arekuna no seriamos tan vulnerables, pero descerebrados como andamos (según versión de quien manda, o pretende mandar) somos presas fáciles de quienes manipulan el pasado según su conveniencia y entendimiento.
Un hermoso libro llamado “Anatomía de una derrota” de autoría de Paulo Perdigao que es una novela que refiere a la final de la copa del mundo entre Brasil y Uruguay, “el Maracanzo” donde el protagonista viaja al pasado para intentar evitar la derrota brasilera, puede ser vastamente revelador del concepto en cuestión.
Si bien al finalizar la misma el escritor reconoce (erróneamente) que el pasado es inmodificable y lo que pasó pasó, y no hay con que darle, aun así en su narración dice que él estaba allí aquel 16 de julio de 1950, cuando el Ñato Ghiggia anota el segundo gol celeste.
“Era una tarde clara y de sol radiante, y yo lo vi así como doscientas mil personas lo vieron, pero cuando terminó el partido escuché doscientas mil versiones diferentes del devastador gol que cambió la historia del futbol..” dice mas o menos el autor.
Es que la realidad es siempre subjetiva, siempre depende del punto de vista conque lo veamos, y de la emoción con que la midamos, porque a no dudarlo, en el fondo y en el frente somos esencialmente seres emocionales, y la emoción nos rige y dirige.
De verdad el pasado no existe, salvo lo poco que hemos visto y vivido, el resto es versión interesada y subjetiva que manipulan los hechos según su entender y conveniencia, eso no está ni bien ni mal , es antropología pura, hace parte de nuestra naturaleza desde que salimos de la caverna (los que hemos salido de ella, que al final ni somos tantos así) …..
Lo único palpable, perceptible, verificable es el presente…. Adquirir códigos y referencias que permitan calibrar con perfección el presente es una herramienta útil y letal que condena cualquier arrebato de corrupción, o resabios de tiranías. Por eso quienes pretenden manipularnos se obstinan tan caprichosamente en alentar glorias y hazañas de un pasado según su versión y percepción, y cuanto mas difícil nos resulte de verificar y certificar mejor aún, o en su defecto nos alientan a sacrificios, esfuerzos e inmolaciones presentes a cuenta de un futuro venturoso y fantástico que como futuro que es, y según la percepción de los nativos referidos ni depende de nosotros ni de nadie, pues sencillamente no existe.
Vieja y eficiente estrategia esa de andar alardeando de pasados nefastos o gloriosos según convenga, o prometer futuros idílicos a cuenta de penurias presentes; eficaz estrategia de enseñar adivinaciones fabulosas, o de reivindicar pasados gloriosos para inhibir el análisis substancioso del presente; por tal es herramienta útil y necesaria el saberse capas de despreciar el pasado y el futuro como algo ajeno, pues solamente ha de ser en ese ecuménico instante, que por fin seremos merecedores de administrar felices la llave del presente.
O sea si yo lo vi lo constato, si me contaron habrá que verlo, y si habrá que verlo pasa necesariamente al tiempo futuro.
Resumiendo , según su forma de ver al mundo el pasado por mi constado estaría adelante de mi pues lo he visto, lo he constatado y de él he aprendido y lo he valorado, pero en contrapartida el pasado que me han contado los demás, por mas confiable que resulte la fuente referida, es cosa a constatar, y mientras no se constate pasa a ser futuro.
Pero he aquí que los conceptos o se enredan o se aclaran, pues según su forma de ver al mundo y la existencia lo que aun no sucedió, sencillamente no existe y si no existe, y por tal no nos pertenece , así que ni el futuro, ni el pasado que nos han contado existe de forma real, y si no existe no interesa.
Seguramente hemos escuchado alguna vez aquello de que “no es posible cambiar el pasado, pero es posible cambiar el presente para mejorar el futuro…”.
Pues bien, ese pensamiento fue respondido, y rebatido enfáticamente por el poeta hindú Rabindranath Tagore, quien dijo que no hay nada mas fácil que modificar que el pasado, pues el pasado es siempre una versión subjetiva de acontecimientos aleatorios, que se narran según el interés del que lo postula.
Una gesta, una batalla, un héroe, hasta un artista puede ser perfectamente manipulado y acondicionado según el interés de un individuo o un grupo de individuos, y ejemplos hay a patadas….
Si nos rigiéramos por los parámetros culturales del pueblo Arekuna no seriamos tan vulnerables, pero descerebrados como andamos (según versión de quien manda, o pretende mandar) somos presas fáciles de quienes manipulan el pasado según su conveniencia y entendimiento.
Un hermoso libro llamado “Anatomía de una derrota” de autoría de Paulo Perdigao que es una novela que refiere a la final de la copa del mundo entre Brasil y Uruguay, “el Maracanzo” donde el protagonista viaja al pasado para intentar evitar la derrota brasilera, puede ser vastamente revelador del concepto en cuestión.
Si bien al finalizar la misma el escritor reconoce (erróneamente) que el pasado es inmodificable y lo que pasó pasó, y no hay con que darle, aun así en su narración dice que él estaba allí aquel 16 de julio de 1950, cuando el Ñato Ghiggia anota el segundo gol celeste.
“Era una tarde clara y de sol radiante, y yo lo vi así como doscientas mil personas lo vieron, pero cuando terminó el partido escuché doscientas mil versiones diferentes del devastador gol que cambió la historia del futbol..” dice mas o menos el autor.
Es que la realidad es siempre subjetiva, siempre depende del punto de vista conque lo veamos, y de la emoción con que la midamos, porque a no dudarlo, en el fondo y en el frente somos esencialmente seres emocionales, y la emoción nos rige y dirige.
De verdad el pasado no existe, salvo lo poco que hemos visto y vivido, el resto es versión interesada y subjetiva que manipulan los hechos según su entender y conveniencia, eso no está ni bien ni mal , es antropología pura, hace parte de nuestra naturaleza desde que salimos de la caverna (los que hemos salido de ella, que al final ni somos tantos así) …..
Lo único palpable, perceptible, verificable es el presente…. Adquirir códigos y referencias que permitan calibrar con perfección el presente es una herramienta útil y letal que condena cualquier arrebato de corrupción, o resabios de tiranías. Por eso quienes pretenden manipularnos se obstinan tan caprichosamente en alentar glorias y hazañas de un pasado según su versión y percepción, y cuanto mas difícil nos resulte de verificar y certificar mejor aún, o en su defecto nos alientan a sacrificios, esfuerzos e inmolaciones presentes a cuenta de un futuro venturoso y fantástico que como futuro que es, y según la percepción de los nativos referidos ni depende de nosotros ni de nadie, pues sencillamente no existe.
Vieja y eficiente estrategia esa de andar alardeando de pasados nefastos o gloriosos según convenga, o prometer futuros idílicos a cuenta de penurias presentes; eficaz estrategia de enseñar adivinaciones fabulosas, o de reivindicar pasados gloriosos para inhibir el análisis substancioso del presente; por tal es herramienta útil y necesaria el saberse capas de despreciar el pasado y el futuro como algo ajeno, pues solamente ha de ser en ese ecuménico instante, que por fin seremos merecedores de administrar felices la llave del presente.
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