era menos efectista. Toda la película respira un solo subtexto: el autor parece querer decirnos “qué humano que soy, como me acuerdo del sufrimiento de mi niñera”. Y no puedo dejar de recordar ahora a otro director mexicano inflado con un Oscar por una película guionada con la misma cursilería melodramática: De Toro y su “shape of water”. Esta parece ser la nueva vara de valoración que Hollywood exporta al mundo: películas políticamente correctísimas que practican una descarada autocomplacencia, exhibiendo las injusticias sin ánimo de denunciarlas.
Escucho con el mayor interés sus opiniones.
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