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Monday, July 11, 2016

La uruguaya, lanza un tarascón rabioso sobre la vida emocional de un hombre pasados los cuarenta, al que se le viene encima la escasez de trabajo y la crisis en su pareja.

Salvatierra, su tercera novela, es una joyita de belleza lírica, que pone en escena a un pintor mudo cuya obra se desarrolla a lo largo de decenas de rollos de tela que se deslizan como un río. Ahora, con La uruguaya, lanza un tarascón rabioso sobre la vida emocional de un hombre pasados los cuarenta, al que se le viene encima la escasez de trabajo y la crisis en su pareja. Como contrapartida, fantasea una vida nueva con otra mujer, que ha conocido en Uruguay y con la que va a encontrarse. El viaje de un día a Montevideo, para cobrar unos dólares de derechos de autor (esquivando el cepo cambiario en la Argentina) es un plan de evasión que termina todo lo mal que terminan los sueños convertidos en pesadillas. –Uruguay es como una superstición o un mito para los argentinos. ¿Qué encontraste allí literariamente hablando? –El personaje viaja con toda esa mitología: la idea del paisito, donde todos son buenos y te podés relajar y bajar la guardia. Me interesaba provocar un choque con esa idea del mundo paralelo o del universo alternativo, presente sobre todo en el imaginario de los porteños que buscan allí algo similar pero diferente. El choque con la realidad en la novela, aunque paulatino, es brutal.http://www.clarin.com/cultura/deseo-fantasias-llamamos-amor_0_1610839021.html