Nuestra primera elección se filmo apenas un par de años después de la incorporación del sonido directo en la incipiente industria fílmica nacional con el melodrama Santa (Antonio Moreno, 1931), se realiza la primera película directamente vinculado al género del horror: La Llorona. Es interesante hacer notar que mientras el filme inaugural de la época sonorizada en nuestro país surge a partir de la adaptación de una novela de relativa índole naturalista y con cierto reconocimiento tras su publicación en 1903 –al haber sido escrita por Federico Gamboa, uno de los intelectuales más representativos del positivismo porfirista–, La Llorona brota de la voxpopuli, la leyenda que de boca en boca creó el que es, sin duda, el mito fantástico mexicano por excelencia.
Es en ese momento histórico en que se hace presente el primer elemento netamente horrorífico del filme (y por extensión del cine mexicano), cuando por una sobreimpresión de imágenes el alma de Ana se desprende de su cuerpo, mientras que en la calle, debajo de su balcón, el hombre que la burló se bate en duelo con otro caballero que la ha defendido, el capitán Diego Acuña, cuando de pronto, un grito demencial los detiene y el fantasma de la muerta vuela por encima de ellos.
Grosso modo, La Llorona es un filme típico de su momento histórico: actuaciones demasiado gestuales y teatralizadas muy en el tono del entonces cercano cine silente. Personajes estáticos filmados a golpe de planos medios y generales, casi siempre estáticos y en cuyo marco se desarrollan las acciones de manera un tanto apática, con algún paneo más con intenciones de corregir el encuadre que con intereses estéticos y/o narrativos.
Es en ese momento histórico en que se hace presente el primer elemento netamente horrorífico del filme (y por extensión del cine mexicano), cuando por una sobreimpresión de imágenes el alma de Ana se desprende de su cuerpo, mientras que en la calle, debajo de su balcón, el hombre que la burló se bate en duelo con otro caballero que la ha defendido, el capitán Diego Acuña, cuando de pronto, un grito demencial los detiene y el fantasma de la muerta vuela por encima de ellos.
Grosso modo, La Llorona es un filme típico de su momento histórico: actuaciones demasiado gestuales y teatralizadas muy en el tono del entonces cercano cine silente. Personajes estáticos filmados a golpe de planos medios y generales, casi siempre estáticos y en cuyo marco se desarrollan las acciones de manera un tanto apática, con algún paneo más con intenciones de corregir el encuadre que con intereses estéticos y/o narrativos.
LA LLORONA
Dirección: Ramón Peón; Guión: Carlos Noriega Hope y Fernando de Fuentes, a partir de un argumento original de Guz Águila; Producción: Eco Films; Fotografía y edición: Guillermo Baqueriza; Música: Max Urban; Elenco: Ramón Pereda (doctor Ricardo / capitán Diego Acuña), Virginia Zurí (Ana María), Carlos Orellana (Mario, el criado), Adriana Lamar (Ana Xicoténcatl), Alberto Martí (Rodrigo de Cortés, marqués del Valle), Paco Martínez (Fernando de Moncada), María Luisa Zea (La Malinche).
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