Reflexión sobre el cuadro
Nuestra
lectura del Evangelio de hoy nos dice que si queremos llegar a nuestro
destino en la vida y ser quienes Dios quiere que seamos, no podemos
hacerlo solos. Necesitamos la ayuda de Cristo. Leemos cómo los
discípulos se pusieron en marcha para 'Capernaum al otro lado del lago',
pero tuvieron problemas por el mal tiempo. Entonces vieron a Jesús
caminando por el lago y le invitaron a subir a su barca. Pronto llegaron
a su destino. En el viaje de nuestra vida, dependemos de Dios para
alcanzar nuestro máximo potencial. Dependemos de él con buen o mal
tiempo, en tiempos de calma y cuando las aguas de la vida se agitan.
A
menudo podemos sentirnos como el barco de nuestro cuadro, teniendo que
sortear ola tras ola, tormenta tras tormenta. Nuestro lienzo, obra del
artista ruso Ivan Aivazovsky, representa un barco maltrecho que ha
capeado muchas tormentas. Fíjese en lo realista y bien pintado que está
el mar turquesa, con un efecto luminoso, casi transparente. Aivazovsky
completaba todos sus cuadros en su taller, de memoria. No disponía de
fotografías para representar el mar, sino que utilizaba su fenomenal
capacidad para recordar los detalles de una escena y la textura de las
olas.
Es
un cuadro de dolor (véanse las oscuras tormentas en el extremo derecho)
y de esperanza (la ola azul turquesa iluminada por el sol más cercana
al espectador). Dos pequeñas gaviotas nos ofrecen un poco más de
consuelo. Así es la vida: intentar llegar a nuestro destino mientras, a
veces, somos zarandeados en nuestras barcas llenas de desorden mientras
las olas nos golpean. Nuestras vidas son como mares tormentosos... y
quizá deberíamos pensar en lo que querríamos tirar por la borda para
llegar a nuestro destino....
by Patrick van der Vorst y P. Juan Carlos Arias Bonet
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