Físicamente, la "muerte" es solo un cambio en el estado de la materia, y esta pierde algo por el camino (la entropía) que muchos relacionan con el alma.
Sea nuestro alma o no lo sea, hace años que hubo una tentativa de crear un foro de humanismo secular y fue tumbado por culpa de un neurobiólogo ateo que, en honor a la ciencia, les dijo que lo mejor que podían hacer en base a nuestra naturaleza es convertirse en creyentes: las áreas encargadas de gestionar el placer profundo que se relaciona con la felicidad (cuerpo estriado ventral y cortiza orbitofrontal) están más desarrolladas en los creyentes, hasta tal punto que demostró con varios estudios -el neurobiólogo se llama Adolf Tobeña- que el mejor placebo reconocido es la fe.
Lo que la ciencia encargada de estudiar nuestra conducta y nuestro cerebro ha descubierto desde hace muchos años es que resulta ser mucha casualidad que nuestro cerebro tenga un diseño que convierte en placenteros los comportamientos generosos y cooperadores, de tal modo que la descarga de serotonina cuando actuamos de ese modo produce la emoción que llamamos felicidad.
Repito, Tobeña es ateo, pero no es idiota, sino un neurobiólogo de gran prestigio que reconoce que estos datos lo han desconcertado tanto que ha llegado a incluir en todos sus libros las fuentes de la sabiduría tradicional.
Con esto no te digo que te hagas creyente, sino que aprendas esta lección: si quieres alejar de ti esa sensación de desasosiego empieza a colaborar con los demás, preocúpate por los demás y busca las buenas personas que se preocupen por ti, pues el cerebro se "emborracha" de felicidad solamente estando en buena compañía.
Este es el motivo por el que tantas personas ricas, guapas y famosas no son más que unos desgraciados y viven buscando un chute emocional mayor que el anterior y, aún así, no llegan a alcanzar esa paz interior.
Cuando alcances esa sensación de paz entenderás algo que dijo Aristóteles: la felicidad llega cuando cada cual actúa en base a su esencia, su telos o fin en sí mismo.
Es decir, cuando llegue ese momento ya no te preocupará la muerte.
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