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Saturday, October 26, 2019

SOCRATES,FREUD,FUKIYAMA,LA REPUBLICA

(Espíritu de reconocimiento: LA TERCERA PARTE DEL ALMA) La República es un diálogo entre el filósofo Sócrates y dos jóvenes atenienses aristocráticos, Adimanto y su hermano Glaucón, sobre la naturaleza de una ciudad justa. Después de desacreditar varias teorías de la justicia existentes, como la afirmación de Trasímaco de que la justicia no es más que el interés propio de un fuerte, Sócrates construye una ciudad justa «en el habla», basada en una exploración de la naturaleza del alma. La palabra alma (la griega psyche) ya no se usa mucho, pero como sugiere la etimología, la disciplina de la psicología esencialmente estudia el mismo tema.
La discusión clave de la naturaleza del alma tiene lugar en el Libro IV. Sócrates señala que una parte deseante busca, por ejemplo, alimentos y agua. Pero a veces, un hombre sediento rechaza la bebida porque sabe que el agua está contaminada y podría provocar enfermedades. Sócrates pregunta: «¿No hay algo en su alma que les ordena beber, y algo que les prohíbe hacerlo, algo diferente que puede más que lo primero?».
Adimanto y Sócrates están de acuerdo en que esta segunda parte del alma es la parte calculadora, y que puede operar en propósitos cruzados desde la parte irracional y deseante del alma. Sócrates y Adimanto describen en este punto el modelo económico moderno: la parte deseante corresponde a las preferencias individuales, mientras que la parte calculadora es el maximizador racional.
Si bien a Sigmund Freud ya no se le toma tan en serio como antes, esta distinción corresponde aproximadamente a su concepto del Ello deseante y al ego que mantenía esos deseos bajo control, en gran parte como resultado de las presiones sociales.
Pero Sócrates apunta a otro tipo de comportamiento al relatar la historia del ateniense Leoncio, que pasa junto a una pila de cadáveres dejados por el verdugo público. Leoncio quiere mirar los cadáveres, pero al mismo tiempo trata de evitarlo; después de una lucha interna, los mira y dice: «Mirad, malditos, satisfaceos con tal bello espectáculo».
Leoncio, aunque estaba tentado de satisfacer su deseo de ver los cadáveres, sabía que era algo innoble; el hecho de ceder a sus antojos despertó su ira y su odio hacia sí mismo. Sócrates pregunta: ¿No notamos también […] que, en muchas ocasiones, cuando las pasiones penetran con violencia en uno en contra de la razón, se censura a sí mismo, se encoleriza con la parte que lo violenta y que en esta clase de duelo la cólera se pone en él del lado de la razón?
Podríamos trasladar esto a un ejemplo más contemporáneo, donde un adicto a las drogas o un alcohólico sabe que otro chute u otro trago es malo para él o ella, pero sin embargo se lo toma y siente un profundo autodesprecio por ser débil.
Sócrates usa una nueva palabra, espíritu, para referirse a la parte del alma que forma la base de esta ira contra uno mismo, que es una traducción pobre de la palabra griega thymós. Sócrates le pregunta después a Adimanto si la parte del alma que no quería mirar los cadáveres era simplemente otro deseo o un aspecto de la parte calculadora, ya que ambos empujaban en la misma dirección.
La primera visión sería acorde a la perspectiva de la economía contemporánea, donde un deseo está limitado sólo por el cálculo de otro más importante que lo reemplaza. Sócrates pregunta: ¿hay una tercera parte del alma? Que con respecto a la cólera nos parece lo contrario que antes. Pues entonces pensábamos que era como una variedad del deseo, mas ahora debemos estar lejos de afirmarlo, sino más bien que, cuando se produce un levantamiento en el alma, ésta toma las armas en favor de la razón.
Completamente cierto, asintió [Adimanto]. ¿Acaso es [la cólera] cosa distinta de la razón también o una cierta variedad suya, porque no son tres partes, sino dos, la razón y el deseo? O bien, como el Estado lo componen tres órdenes: mercenarios, guerreros y magistrados, ¿hay, de ese modo, también en el alma una tercera parte, la cólera, que está sometida por naturaleza a la razón, si no la ha corrompido una mala educación?
Adimanto está inmediatamente de acuerdo con Sócrates en que la parte del espíritu, el thymós, no es sólo otro deseo ni un aspecto de la razón, sino una parte independiente del alma. El thymós es la base tanto de la ira como del orgullo: Leoncio estaba orgulloso y creía que tenía un yo mejor que se resistiría a mirar los cadáveres, y cuando se entregó a sus deseos, se enfadó por no haber cumplido con esa norma.
Más de dos milenios antes de su advenimiento, Sócrates y Adimanto entendieron algo que la economía moderna no reconoce. El deseo y la razón son partes integrantes de la psique humana (alma), pero una tercera parte, el thymós, actúa de manera completamente independiente de los dos primeros.
El thymós es la base de los juicios de valor: Leoncio creía estar por encima de la tentación de mirar los cadáveres, de la misma forma que un drogadicto intenta comportarse como un empleado productivo o como una madre amorosa. Los seres humanos no sólo quieren cosas que son externas a ellos mismos, como la comida, la bebida, los Lamborghini o el próximo chute. También anhelan juicios positivos sobre su valor o su dignidad.
Esos juicios pueden provenir de dentro, como en el caso de Leoncio, pero la mayoría de las veces los hacen personas de la sociedad que los rodea que reconocen así su valía. Si reciben ese juicio positivo, sienten orgullo, y si no lo reciben, sienten ira (cuando creen que están siendo infravalorados) o vergüenza (cuando se dan cuenta de que no han estado a la altura de los estándares de otros). Esta tercera parte del alma, el thymós, es la base de la política de la identidad de hoy.
Francis Fukuyama
IDENTIDAD
Ed. Planeta 2019

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