No permitan que ningún orador ni maestro les llene los oídos con sus teorías, llámese como se llame. En cada uno de ustedes sólo debe imperar una voz, la propia, la que es preciso escuchar. Si esa voz calla, saber que algo no marcha bien, que quizá se hayan apartado del camino conveniente. Pero si esa voz habla, si canta como un pájaro, ¡seguirle, seguirle hacia donde los llame, aunque sea a la más remota y fría soledad y al más negro de los destinos!
Herman Hesse, El retorno de Zaratustra.
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