Al
ver la multitud, Jesús subió a la colina. Allí se sentó y se reunió con
sus discípulos. Entonces comenzó a hablar. Esto es lo que les enseñó:
Qué felices son los pobres de espíritu;
de ellos es el reino de los cielos.
Feliz el gentil:
tendrán la tierra como herencia.
Felices los que lloran:
serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de lo que es justo:
se verán satisfechos.
Felices los misericordiosos:
se les mostrará la misericordia.
Felices los puros de corazón:
verán a Dios.
Felices los pacificadores:
serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por la causa del derecho:
de ellos es el reino de los cielos.
Felices
sois cuando os insulten y os persigan y digan toda clase de calumnias
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo'.
Lucas 15:1-10 Alégrate conmigo, he encontrado la dracma que perdí |
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La parábola de la moneda perdida, Grabado por Giuseppe Camerata (1718-1803)Según un cuadro de Domenico Feti (1589-1624) de 1618, Grabado en cobre sobre papel Alrededor de 1750 © Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde, Alemania |
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Los
recaudadores de impuestos y los pecadores buscaban la compañía de Jesús
para escuchar lo que tenía que decir, y los fariseos y escribas se
quejaban. Este hombre -decían- acoge a los pecadores y come con ellos.
Entonces les dijo esta parábola: ¿Qué
hombre entre ustedes que tiene cien ovejas y pierde una, no deja las
noventa y nueve en el desierto y va en busca de la que falta hasta
encontrarla? Y cuando la encontrara, ¿no la cargaría alegremente sobre
sus hombros y luego, al llegar a casa, convocaría a sus amigos y
vecinos? "Alegrense conmigo", diría, "he encontrado mi oveja que se
había perdido". De la misma manera, les digo, habrá más regocijo en el
cielo por un pecador arrepentido que por noventa y nueve hombres
virtuosos que no necesitan arrepentirse. O
también, ¿qué mujer con diez dracmas no encendería una lámpara,
barrería la casa y buscaría a fondo hasta encontrarla? Y luego, una vez
encontrada, convocar a sus amigos y vecinos. "Alégrate conmigo", decía, "he encontrado la dracma que perdí". De la misma manera, os digo que los ángeles de Dios se alegran por un solo pecador arrepentido". |
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