Monday, March 28, 2022

Lucas 10:1-12,17-20

 

El Señor designó a otros setenta y dos y los envió delante de él, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares que él mismo iba a visitar. Les dijo: "La mies es abundante, pero los obreros son pocos; por eso pedid al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Empezad ahora, pero recordad que os envío como corderos entre lobos. No llevéis bolso, ni alforja, ni sandalias. No saluden a nadie en el camino.

En cualquier casa que entréis, que vuestras primeras palabras sean: "¡Paz a esta casa!" Y si allí vive un hombre de paz, tu paz irá a descansar en él; si no, volverá a ti. Quédate en la misma casa, tomando lo que te ofrezcan de comer y beber, pues el trabajador merece su salario; no te muevas de casa en casa.

Siempre que vayas a una ciudad donde te den la bienvenida, come lo que te pongan delante. Cura a los que estén enfermos en ella y di: "El reino de Dios está muy cerca de ti". Pero cuando entréis en una ciudad y no os hagan la bienvenida, salid a sus calles y decid: "Limpiamos el mismo polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, y lo dejamos con vosotros". Pero estad seguros de esto: el reino de Dios está muy cerca". Os digo que aquel día no será tan duro con Sodoma como con aquella ciudad".


Los setenta y dos volvieron regocijados. Señor -dijeron-, hasta los demonios se nos someten cuando usamos tu nombre. Él les dijo: "He visto a Satanás caer del cielo como un rayo. Sí, os he dado poder para hollar serpientes y escorpiones y toda la fuerza del enemigo; nada os hará daño. Pero no te alegres de que los espíritus se te sometan; alégrate más bien de que tus nombres estén escritos en el cielo".

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