Lucas 7:36-50 | Man Ray | Derramó lágrimas sobre los pies de Jesús
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 | Lágrimas (Les Larmes),
Fotografía de Man Ray
Realizada en 1932
Impresión en plata gelatina
© Man Ray Trust |
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Uno de los fariseos invitó a Jesús a una comida. Cuando llegó a la casa del fariseo y se sentó a la mesa, entró una mujer que tenía mala fama en el pueblo. Se había enterado de que iba a cenar con el fariseo y había traído un frasco de alabastro con ungüento. Esperó detrás de él, a sus pies, llorando, y sus lágrimas cayeron sobre sus pies, y las enjugó con sus cabellos; luego cubrió sus pies de besos y los ungió con el ungüento.
Al ver esto, el fariseo que le había invitado se dijo: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es esta mujer que le toca y qué mala fama tiene". Entonces Jesús lo tomó y le dijo: 'Simón, tengo algo que decirte'. Habla, Maestro' fue la respuesta. Había una vez un acreedor que tenía dos hombres deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no podían pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le querrá más?" "Supongo que el que fue perdonado más", respondió Simón. Jesús dijo: "Tienes razón".
Luego se dirigió a la mujer. Simón -dijo-, ¿ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no has derramado agua sobre mis pies, pero ella ha derramado sus lágrimas sobre mis pies y las ha enjugado con sus cabellos. No me diste ningún beso, pero ella ha cubierto mis pies de besos desde que entré. Tú no ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ha ungido mis pies con ungüento. Por eso te digo que sus pecados, sus muchos pecados, deben haberle sido perdonados, o no habría mostrado un amor tan grande. El hombre al que se le perdona poco es el que muestra poco amor". Entonces le dijo: "Tus pecados están perdonados". Los que estaban con él a la mesa empezaron a decirse: "¿Quién es este hombre, que hasta perdona los pecados? Pero él dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz". |
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