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Sunday, May 20, 2018
“masculinidad”? ¿Cómo se fabrica un hombre? Historias de Piel: Entre fútbol, “güevos” y minas; la masculinidad en entrenamiento
¿Cómo se fabrica un hombre?
Para “ser” hombre no alcanza con nacer macho genética, hormonal y anatómicamente hablando, sino que más bien implica el acatar y ajustarse a toda una serie de expectativas y mandatos que la sociedad transmite a través de sus espacios de fabricación de identidades (familia, escuela, grupos de pares, medios de comunicación, etc.)
Los mandatos son demasiados, por eso hagamos simplemente una somera vista por algunos de ellos, para ver como se construye el estereotipo de la masculinidad hegemónica:
• No expresar afectos: Un hombre “de verdad” no llora, no siente miedo, es controlado, no se “desborda” en emociones, eso es “cosa de mujeres”.
• No expresar dependencia ni debilidad: La películas de guerreros “hipermasculinos” sustentan este mandato de exigencia heroica y autonomía a ultranza. Ser “pasivo” es vivido como insulto para muchos hombres ya que se cree algo típicamente femenino.
• Tener mucho deseo sexual y dirigido exclusivamente a las mujeres: “Ser” hombre parece que se demuestra con una constante exhibición de heterosexualidad. Esto lo veríamos en el orgullo de algunos padres frente al comportamiento sexual de su hijo, cuando dicen: “Y sí, es hijo e` tigre”.
• Tener un buen desempeño sexual en clave de “rendimiento” y cosificar a las mujeres: Un “verdadero” hombre tiene buenas erecciones, un pene “grande”, no rechaza ninguna oferta sexual y está “siempre listo” en tanto que “rinde como hombre” De esta manera actualiza su supuesta “naturaleza” de conquistador de “presas”, cuando acumula “trofeos” de caza para ser exhibidos ante otros hombres. Esto lo veríamos en la expresión “me gané terrible mina”.
• Ser homofóbico: Como en nuestra cultura se asocia erróneamente el deseo afectivo-sexual de un hombre hacia otro con algo femenino, el mandato es rechazar, ridiculizar y despreciar a todo hombre que manifiesta un deseo de esas características. Por esta misma razón se restringen las zonas corporales con las cuales un hombre puede disfrutar sexualmente, ya que el erotismo sobre cualquier orificio está destinado exclusivamente al cuerpo de las mujeres. Y es este mismo mandato homofóbico el que establece restricciones para el contacto corporal entre hombres (como no ocurre entre mujeres), salvo en situaciones socialmente permitidas como el fútbol.
• Cultivar la violencia como forma de resolver conflictos: A los hombres se los educa bajo la creencia de una “naturaleza” violenta e irrefrenable. Son típicas las escenas en las cuales cuando un hombre se enoja debe ser refrenado ya que se “enceguece” y golpea. Este mandato es uno de los aspectos que lamentablemente hacen tan común la violencia doméstica y de género, así como en espectáculos deportivos.
• Ser proveedor: El estereotipo masculino indica que sea el hombre quien suministra los recursos para el sustento cuando está en pareja con una mujer (y si no es así, que parezca que lo sea). Es él quién debe “mantener” a su familia, pagar la cuenta cuando va a cenar con una mujer, manejar él cuando sale en el auto con “su” mujer, etc. Por esta razón las crisis económicas y los cambios en el rol de las mujeres como económicamente autónomas, han provocado grandes vacíos en muchos hombres que sienten “atacada” su identidad de género.
• Cultivar el honor: Es interesante ver que la palabra “virilidad” viene de “virtud”. Y la virtud implica un lugar valorado en las relaciones de poder con los otros, lo cual constituiría el honor. Un “hombre sin honor” no es un hombre de verdad, y esto lo vemos cuando otro hombre se apropia de sus “posesiones” (como por ejemplo “sus” mujeres), lo cual se expresa cuando escuchamos decir “pobre fulano…es un cornudo”.
• Ser habilitado para la adicción: La frase “hacete hombre, vení, tomate una” nos estaría planteando que el tomar alcohol, y “saber” tomarlo, es una característica típica del entrenamiento masculino. Con todas las consecuencias negativas que ya conocemos respecto al consumo de alcohol y otras drogas.
• Privilegiar la acción por sobre la palabra: Hablar demasiado es algo que se cree propio de mujeres, y por tanto algo desvalorizado socialmente. Por eso un “auténtico” hombre actúa mucho y habla poco ya que…“es un hombre de pocas palabras”. No por casualidad mucha violencia explícita es ejercida por hombres, y lamentablemente son ellos los que se suicidan más, haciendo gala de esta característica de “pasar al acto”, antes que recepcionar lo que se está sintiendo y poder así elaborarlo a través de expresiones emocionales y la palabra
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