Wednesday, October 11, 2017

Caín y Abel – Continuación- Fragmento de la novela LOS DIOSES TAMBIEN RIEN. Por Orlando Vicente Álvarez.

Orlo Arco 9 horas · Caín y Abel – Continuación- Fragmento de la novela LOS DIOSES TAMBIEN RIEN. Por Orlando Vicente Álvarez. En primer lugar no soy antisemita, de hecho mis mejores amigos y escritores y cineastas que me rompen el coco son judíos. Sobre todo ahora que Israel- un pequeño país más chico que Tacuarembó- se ha hecho de la bomba atómica para protegerse de los palestinos. No vaya a ser que la disparen por error y caiga en el centro de Montevideo que es un lugar tan pacifico como la antigua Gomorra Empezando que cuando Dios creo al mundo ya existían los israelitas, creo que en épocas tan lejanas como la de los dinosaurios. Se han descubierto restos fósiles junto a monedas acuñadas con imágenes del sol y del viento: solo los israelitas podían hacer cosa así. Sí, fueron los primeros que inventaron al Dios único y lo diseminaron por toda la tierra. Inventaron también el comercio por lo que fueron los capitalistas primigenios y confeccionaron unas sandalitas de magnifico cuero repujado que ni Gucci ha podido emular aun hoy día. No se sabe cómo aquellos primeros israelitas desaparecieron y no fue por lo de los dinosaurios y toda esa bobería, lo cierto es que a Dios se le ocurrió lo del Paraíso y la competencia con semejante bienestar los arruinó. Así se fueron muriendo de hambre hasta que se extinguieron. Volviendo a lo que paso en el Paraíso, Dios había hecho del polvo de la tierra una criatura a quien llamo Adam o lo que es lo mismo: varón. Pero le hizo entre las piernas un aparato convexo que ni El mismo sabio para que servia sino para orinar. Dios lo pensó otra vez y de la costilla de Adam hizo una mujer –el creador sabia de genética y sustituyó un cromosoma Y por uno X, así vio que el hombre no estaría solo. Esta creatura tenía una protuberancia cóncava que tampoco El conocía la función. Pero le advirtió de que el fruto del árbol no comiera sino la furia divina caería sobre ambos. Y paso el tiempo. Adam y Eva chapoteaban felices en las cascadas rodeados de todo tipo de animales tranquilos y hasta fieras. Pero un día, estando recostados al pie del árbol prohibido, un loro parlanchín- que son las únicas aves más chismosas- se fue con la historia de que podían comer el fruto del árbol prohibido, sus ojos se abrirían y serian como Dioses. Eva fue la primera que tomo la iniciativa y agarro la fruta en sus manos, le dio un mordisco y le ofreció a Adam que también comió. Y el mundo cambió de repente. Vieron que estaban desnudos y que ambas estructuras anatómicas se complementaban perfectamente. Con los días el árbol quedo sin frutos-comían uno a cada rato uno- que llego a perder hasta las hojas. Y muy felices disfrutaron del Paraíso solos y ajenos a Dios. Pero un día Dios había escuchado el quejido de una cabra con una pata fracturada y cuando su gloria estaba en camino vio que las creaturas humanas se escondían temerosas en la maleza. Eva se había hecho una falda de pajas secas y Adam una de hojas de parra. Eva ya tenía una barriga como de 4 meses. Y Dios se encolerizó, lanzó truenos y relámpagos por todas partes y les dijo: -Ya veo que han comido el fruto del árbol prohibido. Rompo el pacto que había hecho con ustedes y de ahora en adelante se buscaran su alimento por sí mismo, esto hasta que se me pase el enojo. Dios desapareció repentinamente con su nube. Adam y Eva tuvieron que cosechar cebada, tomate y albaricoque y tomar la leche de las vacas. O sea se convirtieron en vegetarianos. Mientras tanto siguieron viviendo en el Paraíso hasta que nacieron Caín y Abel y ahí empezó la catástrofe. 1 Me gusta1 comentario

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